viernes, 5 de febrero de 2010


Entonces releyó el lirórofo tales documentos y encontró cierto encanto en las palabras de iniciación en don Alvar Núñez Cabeza de Vaca, que provenían de los inicios y memoria en estas tierras del sur. De ahí que meditara esas fuentes y quedara fascinado por su escritura de cronista y protagonista de tanto paisaje recorrido, y estuvo en larga ensoñación en la melopea que dejaba el texto:




DE CÓMO EL GOBERNADOR ENVIÓ A SOCORRER LA GENTE QUE VENÍA EN SU NAO CAPITANA A BUENOS AIRES, Y A QUE TORNASEN A POBLAR AQUEL PUERTO



C on toda diligencia el gobernador mandó aderezar dos bergantines, y cargados de bastimentos y cosas necesarias, con cierta gente de la que halló en la ciudad de la Asunción, que habían sido pobladores del puerto de Buenos Aires, porque tenían experiencia del río del Paraná, los envió a socorrer a los ciento cuarenta españoles que envió en la nao capitana donde la isla de Santa Catalina, por el gran peligro en que estarían por haberse despoblado el puerto de Buenos Aires, y para que se tornase luego a poblar nuevamente el pueblo en la parte más suficiente y aparejada que les pareciese a las personas a quien lo acometió y encargó, porque era cosa muy conveniente y necesaria hacerse la población y puerto, sin el cual toda la gente española que residía en la provincia y conquista, y la que adelante viniese, estaba en gran peligro y se perderían, porque las que a la provincia fuesen de rota batida, han de ir a tomar puerto en el dicho río, y allí hacer bergantines para subir trescientas cincuenta leguas el río arriba, que hay hasta la ciudad de la Asunción, de navegación muy trabajosa y peligrosa; los cuales dos bergantines partieron a 16 días del mes de abril del dicho año, y luego mandó hacer de nuevo otros dos, que fornecidos y cargados de bastimentos y gente, partieron a hacer el dicho socorro y a efectuar la fundación del puerto de Buenos Aires, y a los capitanes que el gobernador envió con los bergantines, les mandó y encargó que a los indios que habitaban en el río Paraná, por donde habían de navegar, les hiciesen buenos tratamientos, y los trajesen de paz a la obediencia de Su Majestad, trayendo de lo que en ello hiciesen la razón y relación cierta, para avisar de todo a Su Majestad; y proveído que hubo lo susodicho, comenzó a entender en las cosas que convenían al servicio de Dios y de Su Majestad, y a la pacificación y sosiego de los naturales de la dicha provincia. Y para mejor servir a Dios y a Su Majestad, el gobernador mandó llamar e hizo juntar los religiosos y clérigos que en la provincia residían, y los que consigo había llevado, y delante de los oficiales de Su Majestad, capitanes y gente que para tal efecto mandó llamar y juntar, les rogó buenas y amorosas palabras tuviesen especial cuidado en la doctrina y enseñamiento de los indios naturales, vasallos de Su Majestad, y les mandó leer, y fueron leídos, ciertos capítulos de una carta acordada de Su Majestad, que habla sobre el tratamiento de los indios, y que los dichos frailes, clérigos y religiosos tuviesen especial cuidado en mirar que no fuesen maltratados, y que le avisasen de lo que en contrario se hiciese, para lo proveer y remediar, y que rodas las cosas que fuesen necesarias para tan santa obra, el gobernador se las daría y proveería, y asimismo para administrar los santos sacramentos en las iglesias y monasterios les proveería; y así, fueron proveídos de vino y harina, y les repartió los ornamentos que llevó, con que se servían las iglesias y el culto divino, y para ello les dio una bota de vino.


(ALVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA
(De Cronistas del Nuevo Mundo, 1996)

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